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Disputas internas marcan la campaña presidencial en Colombia: tensiones en la izquierda y la derecha rumbo a 2026
Al interior de los partidos se viven arduas disputas entre candidatos de una misma colectividad.

La campaña hacia las elecciones presidenciales de 2026 en Colombia se desarrolla en medio de tensiones internas tanto en los sectores de izquierda como en los de derecha.
Las disputas no se limitan a los nombres de los precandidatos, sino que atraviesan temas jurídicos, reglas de selección, calendarios y liderazgos, lo que anticipa un escenario electoral marcado por la fragmentación y las pugnas por el control político.
En el Pacto Histórico, la coalición que llevó a Gustavo Petro al poder, la competencia se ha visto alterada por las decisiones del Consejo Nacional Electoral.
El organismo aprobó la fusión de varias colectividades —como el Polo Democrático y la Unión Patriótica—, pero dejó por fuera a Colombia Humana y a Progresistas, movimientos clave que respaldan al actual presidente y a la senadora María José Pizarro.
Esta exclusión generó un limbo jurídico que afecta directamente la consulta prevista para el 26 de octubre.
Pizarro ha expresado su preocupación por la manera en que la medida limita la participación de su corriente política, al tiempo que insiste en la necesidad de mantener la unidad en el bloque progresista.
A la incertidumbre legal se suma el frente judicial: Daniel Quintero, exalcalde de Medellín y precandidato, fue llamado a juicio por supuestas irregularidades en un proceso de contratación, lo que desató un debate dentro del propio Pacto sobre la conveniencia de su aspiración en medio de cuestionamientos legales.
Estas tensiones han dado lugar a disputas discursivas. Mientras Pizarro insiste en un mensaje de cohesión, Quintero se presenta como una alternativa de renovación y sus aliados han chocado con el también precandidato Gustavo Bolívar por el alcance de las alianzas que deberían tejerse.
El panorama de la izquierda combina, así, un forcejeo jurídico en el CNE con un pulso político entre facciones que buscan liderar la herencia del proyecto petrista.
En el otro extremo, el Centro Democrático definió que escogerá a su candidato entre diciembre y enero mediante encuesta interna, con la intención de participar en una consulta más amplia en marzo de 2026.
La medida no logró calmar las tensiones, pues las precandidaturas de María Fernanda Cabal y Paloma Valencia mantienen diferencias, a lo que se suman divisiones tras el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, hecho que desató acusaciones cruzadas incluso en escenarios privados y públicos.
En paralelo, Cambio Radical atraviesa su propia encrucijada. Más de 50 dirigentes regionales han solicitado a Germán Vargas Lleras que asuma la candidatura, mientras el partido avanza en conversaciones con el Centro Democrático para convocar una cumbre de oposición.
El objetivo de ese encuentro sería explorar un acuerdo programático y definir si es posible llegar con candidato único o con reglas comunes a la consulta de marzo.
La eventual alianza entre uribistas y vargaslleristas podría reconfigurar el mapa del centro-derecha, pero depende de cómo se logren conciliar intereses y calendarios.
Por ahora, cada sector conserva la incertidumbre sobre si competir en solitario o negociar una fórmula compartida.
Tanto en la izquierda como en la derecha, los conflictos giran en torno a tres ejes: las reglas de selección, la legitimidad de los liderazgos y el calendario electoral.
En el Pacto, la exclusión de algunos movimientos ha puesto en entredicho la viabilidad de su consulta; en el uribismo, la encuesta prevista será una prueba de fuego para medir la capacidad de unidad.
En ambos casos, los tiempos son determinantes: octubre, diciembre y marzo se perfilan como puntos de quiebre en los que se definirá quiénes llegan al tarjetón presidencial.
La carrera por la Presidencia en 2026 arranca atravesada por divisiones internas en los bloques más relevantes del espectro político.
Mientras la izquierda se debate entre litigios y choques de estrategia, la derecha enfrenta un pulso por la hegemonía entre el Centro Democrático y Cambio Radical.
El desenlace de estas disputas no solo marcará las candidaturas, sino que también delineará la forma de la campaña que definirá al próximo presidente de Colombia.
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