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Las grabaciones que aclaran muerte de testigo falso en caso Colmenares

Una conversación entre dos internos de la cárcel La Picota detalla los momentos y móviles del deceso de tres internos en el penal ocurrida hace dos meses. Los audios dan cuenta que todo sucedió porque uno de los presos roncaba y no dejaba dormir a sus compañeros. El asunto generó fuertes enfrentamientos que terminaron en las muertes. Se descarta así cualquier relación directa con el proceso por la muerte del estudiante de la Universidad de los Andes, Luis Andrés Colmenares

Por Agencia Periodismo Investigativo |

“Me desplacé a la cárcel La Picota de Bogotá para atender personalmente el caso de tres internos que perdieron la vida en este centro penitenciario en hechos que son materia de investigación. Estamos atentos al caso. Absolutamente inaceptable una sola muerte en un centro de reclusión”. Con estas palabras, el viceministro de política criminal y justicia restaurativa, Juan Francisco Espinosa Palacios, reaccionó ante el fallecimiento de tres hombres privados de la libertad el pasado 16 de agosto. Hoy, dos meses después, la causa de las muertes no está clara. Sin embargo, audios interceptados a dos internos del penal esclarecen el crimen con móvil insólito; que las muertes se generaron por una disputa debido a que uno de los internos roncaba en las noches.

Los hechos que rodearon las tres muertes causaron desconcierto tanto en los propios internos como en las autoridades. La razón es que desde hacía mucho tiempo, en una cárcel como La Picota, la más importante del país, como quiera que tiene una población cercana a los 8.500 internos, no se registraba un suceso con este número de víctimas fatales. Además, porque uno de los internos que perecieron fue protagonista de uno de los casos de mayor connotación mediática en el país en los últimos tiempos, la muerte del estudiante de la Universidad de los Andes Luis Andrés Colmenares.

La Picota

Se trata de Jesús Alberto Martínez, natal de Barranquilla y de 44 años de edad, quien según las investigaciones, fue utilizado como señuelo para afirmar ante la justicia que en la noche de la muerte de Colmenares, ocurrida el 31 de octubre de 2010, observó, que varios jóvenes lo golpearon y que luego cayó al caño del parque El Virrey, en donde horas después falleció. Este testimonio fue calificado por la misma Fiscalía como falso, por lo cual Martínez fue condenado.  El interno purgaba una pena de siete años de prisión por los delitos de falso testimonio, fraude procesal y fraude de subvenciones.

No obstante, en su empeño por lograr la libertad, Martínez le había dicho a la justicia que los alumnos Daniel Fernando Giraldo y Carlos Cárdenas participaron en la muerte del estudiante. Una colaboración que le permitió acceder al programa de asistencia y protección de testigos, salir de prisión y recibir beneficios económicos por más de $20 millones. No obstante, también tenía otro proceso por hurto, tráfico de estupefacientes y fraude procesal, lo que derivó en una condena de 16 años de prisión.

Martínez estuvo cumpliendo su pena en la cárcel Modelo. Recibió beneficios y salió de prisión, pero nuevamente por el caso Colmenares llegó a la cárcel La Picota. Allí su último patio de reclusión fue el tercero, destinado a la delincuencia común. La celda asignada la compartió con Víctor Eduardo Mejía Rodríguez y con Guillermo Bolaños. El primero cumplía una pena de 25 años por el delito de secuestro y hurto y a ese penal había llegado en diciembre de 2009. En cuanto a Bolaños, llegó el 16 de agosto de 2008 a cumplir una pena de 37 años de prisión por el delito de secuestro extorsivo.

El “pluma”, como se les denomina a los internos que manejan cada patio en los penales, los consideraba como tres personas ya  adaptadas al sistema carcelario y que no presentaban problema alguno

Al comienzo, en medio del hacinamiento propio de todas las cárceles colombianas, las relaciones entre los tres individuos eran tensas, pero respetuosas. El “pluma”, como se les denomina a los internos que manejan cada patio en los penales, los consideraba como tres personas ya adaptadas al sistema carcelario y que no presentaban problema alguno. De hecho, el buen comportamiento penitenciario del falso testigo del caso Colmenares, Jesús Alberto Martínez, motivó que un día antes de su muerte, el juzgado de ejecución de penas le reconociera 50 días de redención por trabajo.

Sin embargo, de un momento para otro las cosas empezaron a cambiar, por un asunto insignificante para cualquier persona en libertad, pero trascendente a la hora de generar escenarios de convivencia en una prisión: el sueño. El detalle de la disputa personal traspasó todas las barreras, al punto que entre los mismos internos se empezó a comentar que las cosas estaban pasando de castaño oscuro.

Colmenares

En grabaciones conocidas por la Agencia de Periodismo Investigativo (API) dos internos explican lo que pasó. En la conversación, un interno le informa a otro que los tres reclusos mantenían buenas relaciones con todos. Pero 20 días antes de los hechos, comenzaron los reclamos porque uno de los internos, Víctor Eduardo Mejía,  roncaba en las noches y no les permitía a los otros dos conciliar el sueño, por ello en varias oportunidades le pidieron que se fuera para otra celda. Uno de los internos de la conversación dice que le sugirió que se cambiara de alojamiento, a lo cual no aceptó y dijo que si lo seguían increpando con ese tema, los iba a asesinar. Su interlocutor pensó que era una broma. (Escuchar audio abajo)

El interno relata en la grabación que un día antes de los hechos, lo notó raro, distante y callado. Dice además que todo se hizo como en una película. En la noche, asesinó a Martínez, el testigo del caso Colmenares, y lo escondió debajo de la plancha, es decir, la cama de concreto en donde duermen los internos. La brutalidad de Bolaños fue tal que esperaba escondido a sus víctimas, los golpeaba en la cabeza y una vez en el piso los apuñalaba. De esta misma manera  asesinó a su otro compañero de celda, Mejía. Ante la repentina desaparición de los dos internos, varios reclusos emprendieron la búsqueda. Uno de ellos observó en la celda del testigo Colmenares una escena dantesca: Bolaños se había ahorcado.

  La brutalidad de Bolaños fue tal que esperaba escondido a sus víctimas, los golpeaba en la cabeza y una vez en el piso los apuñalaba

De inmediato salió corriendo a avisarles a los demás internos del patio, que observaron el cuerpo descolgado de Bolaños. Entonces llamaron a la guardia, porque tampoco aparecían Martínez –el testigo del caso Colmenares– y su compañero Mejía.  Pero finalmente  fue una enfermera quien encontró el cuerpo sin vida de Mejía. Luego, iniciaron la búsqueda del otro recluso, Martínez, y lo encontraron en unas cajas debajo de la otra plancha. (Escuchar audio abajo)

El horrendo crimen generó un enérgico pronunciamiento de Gloria María Borrero, ministra de Justicia, quien en su momento señaló: “Lo que más me llama la atención  es que los internos tenían puñales, fallaron todos los mecanismos de seguridad y vigilancia de la cárcel La Picota. Creo que hay corrupción y falta de disciplina en el sistema penitenciario colombiano”.

Hoy,  dos meses después, la investigación no concluye. El mayor, Luis Francisco Perdomo, director de La Picota, fue capturado, cuando presuntamente recibía una cuantiosa cifra de dinero en efectivo de un familiar de José Byron Piedrahita Ceballos, interno de esa prisión y próximo a ser extraditado a Estados Unidos, a fin de celebrar una fiesta de despedida en el penal.  Ni la ministra Borrero ni el viceministro Juan Francisco Espinosa se volvieron a pronunciar sobre el suceso de las tres muertes.

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