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Fumata blanca en el Vaticano: ¿qué sucede antes de que el nuevo papa aparezca en el balcón?

Tras la elección papal, el sumo pontífice participa en un ritual privado que incluye oración, vestimenta litúrgica y juramento de obediencia antes de saludar al mundo desde la Plaza de San Pedro.

Fumata blanca en el Vaticano
Por [email protected] | Jue, 08/05/2025 - 12:07 Créditos: X: @VaticanNews

El humo blanco salió de la chimenea de la Capilla Sixtina: la Iglesia Católica tiene nuevo papa. Tras una rápida deliberación de solo cuatro votaciones, los 133 cardenales reunidos en cónclave eligieron al sucesor número 267. Más de 11.000 fieles congregados en la Plaza de San Pedro celebraron con júbilo la tradicional fumata blanca, símbolo inequívoco de que hay nuevo líder para los 1.400 millones de católicos en el mundo.

Pero tras esa señal al exterior, dentro del Vaticano se desarrolla un ritual solemne y reservado. Al cardenal electo se le pregunta si acepta el encargo y, de hacerlo, debe escoger el nombre con el que será conocido como papa. Luego es conducido a un pequeño salón contiguo a la Capilla Sixtina conocido como la “habitación de las lágrimas”, donde se viste por primera vez con la túnica papal blanca, preparada en tres tallas. El Maestro de las Celebraciones Litúrgicas le asiste en este proceso.

El nuevo pontífice regresa brevemente a la Capilla Sixtina para una ceremonia privada: el cardenal decano le da un saludo, un cardenal presbítero proclama un pasaje del Evangelio —Tú eres Pedro... o Apacienta mis ovejas—, y todos los cardenales presentes le rinden homenaje y obediencia.

Mientras tanto, todo está listo en el exterior para el anuncio público. El cardenal protodiácono Dominique Mamberti saldrá al balcón central de la Basílica de San Pedro para proclamar en latín la famosa frase: “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Papam!” (“¡Les anuncio una gran alegría: tenemos papa!”). El nuevo sumo pontífice, antes de su aparición, realiza una última pausa en la Capilla Paulina, donde reza en silencio ante el Santísimo Sacramento.

Minutos después, vestido ya con los ornamentos papales —muceta, estola y solideo—, el papa saldrá por fin al balcón para presentarse ante el mundo e impartir su primera bendición Urbi et Orbi, dirigida a la ciudad de Roma y al mundo entero. Así concluye uno de los momentos más solemnes y esperados por los fieles católicos en todo el planeta.

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