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Estudio advierte que dar celular a niños menores de 12 años aumenta tres riesgos para su salud
Una investigación de la Universidad de Pensilvania, con una muestra de 10.000 menores, identifica mayor incidencia de obesidad, depresión y alteraciones del sueño en quienes usan dispositivos móviles de forma temprana.
La popularización de los dispositivos móviles ha alcanzado a los menores de edad en edades cada vez más tempranas. Ante esta tendencia, un reciente estudio científico de la Universidad de Pensilvania advierte que permitir el uso regular de celulares antes de los 12 años puede tener efectos nocivos en la salud física y emocional de los niños. La investigación, publicada en la revista Pediatrics y basada en una muestra de 10.000 participantes, encontró que quienes utilizan teléfonos inteligentes de manera habitual presentan un mayor riesgo de padecer tres afecciones clave.
El primer impacto identificado es el incremento de la obesidad infantil. Los investigadores señalaron que la exposición prolongada a pantallas reduce la actividad física diaria y favorece el sedentarismo, un comportamiento que puede consolidarse desde la infancia. A este factor se suma la tendencia a sustituir el juego activo por consumo de contenido digital, generando un aumento sostenido de peso y hábitos poco saludables.
El segundo riesgo está relacionado con la salud mental. El estudio destaca que los menores que acceden a redes sociales o interactúan digitalmente sin supervisión están más expuestos al ciberacoso, a comparaciones con otros usuarios y a dinámicas de presión social. Estos escenarios, según los autores, están asociados a la aparición de síntomas depresivos a edades tempranas. La psiquiatra infantil Ran Barzilay, líder del estudio, fue enfática: “Antes de darle un celular a un niño hay que pensar lo que implica para su salud, y actuar en consecuencia”.
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El tercer aspecto de alerta corresponde a los trastornos del sueño. La luz azul emitida por las pantallas altera el ciclo circadiano, especialmente cuando los dispositivos se utilizan en horas de la noche o permanecen en la habitación del menor. Esta alteración reduce la calidad del descanso, afecta el rendimiento académico y puede generar irritabilidad y dificultades de concentración.
Los especialistas consultados coinciden en que la entrega de un celular debe ser progresiva y supervisada. Recomiendan posponer el acceso pleno a estos dispositivos y a redes sociales hasta los 14 años, bajo acuerdos claros que incluyan límites de uso, control de contenido y normas específicas para la conexión. Entre las sugerencias a los padres se destaca evitar que los niños duerman con el celular, promover el ejercicio y considerar alternativas de comunicación más seguras como relojes inteligentes.
La investigación concluye que el uso sin regulación del teléfono móvil durante la infancia desplaza actividades esenciales para el desarrollo integral: socialización, deporte y sueño. En una etapa en la que los cambios físicos y emocionales son determinantes, incluso pequeñas alteraciones en el descanso o el estado anímico pueden desencadenar consecuencias a largo plazo.
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