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Italia modifica su normativa de ciudadanía y restringe el acceso a descendientes de tercera generación

La medida pone en aprietos especialmente a estadounidenses y argentinos.

bandera italiana en italia
Por Agencia Periodismo Investigativo | Lun, 02/06/2025 - 13:36 Créditos: Imagen tomada de Freepik

Una reforma migratoria excluye a miles de personas en América con vínculos familiares más lejanos, limita las vías de solicitud y establece nuevas condiciones para conservar la nacionalidad italiana

Desde el 23 de mayo de 2025, entró en vigor una reforma impulsada por el gobierno italiano que transforma de manera sustancial los requisitos para acceder a la ciudadanía por descendencia.

La modificación legislativa establece que sólo podrán optar por este derecho quienes puedan acreditar vínculos directos con progenitores o abuelos nacidos en territorio italiano, lo cual deja por fuera a solicitantes cuya conexión genealógica provenga de bisabuelos o generaciones anteriores, detalló Newsweek.

El cambio afecta principalmente a ciudadanos de países con una amplia diáspora italiana, como Argentina y Estados Unidos. En estos dos Estados, la comunidad de descendientes alcanza proporciones masivas: se calcula que unos 25 millones de argentinos y cerca de 20 millones de estadounidenses tienen ascendencia italiana.

Hasta antes del cambio, muchos de ellos eran elegibles para iniciar trámites de reconocimiento de ciudadanía italiana bajo el principio de jure sanguinis (por derecho de sangre), una figura ampliamente utilizada por quienes desean acceder a un pasaporte europeo mediante vínculos familiares.

La nueva normativa no solo limita el grupo poblacional con derecho a solicitar la ciudadanía, sino que también transforma los canales y condiciones del procedimiento.

A partir de ahora, las solicitudes solo podrán ser iniciadas en línea, y los aspirantes deberán completar el proceso con una entrevista presencial en suelo italiano.

Además, se estipula que quienes ya hayan adquirido la ciudadanía podrán perderla en caso de no renovar sus documentos en los tiempos requeridos, no ejercer el voto o incumplir con sus obligaciones tributarias en el país.

Las cerca de 60.000 solicitudes que ya se encontraban en curso al momento de la reforma no se verán afectadas, según confirmó el gobierno. No obstante, aquellos que estaban en etapas preliminares, como la recolección de documentos o la espera de citas en consulados, quedaron excluidos automáticamente de la posibilidad de continuar con sus procesos.

Impacto en migrantes: entre la exclusión y la incertidumbre

La medida ha tenido repercusiones significativas en individuos y familias que ya habían estructurado proyectos de vida en función del acceso a la ciudadanía italiana.

Uno de ellos es Joseph Spinelle, ciudadano estadounidense originario de Chicago, quien en 2023 se trasladó al sur de Italia junto con su esposa tras vender todas sus pertenencias en Estados Unidos.

Allí adquirieron una vivienda y comenzaron a integrarse en la comunidad local. Spinelle logró obtener el reconocimiento de la ciudadanía antes del cambio normativo, pero su madre —quien llevaba años intentando conseguir una cita en el consulado— y otros miembros de su familia quedaron fuera del proceso por no cumplir con el nuevo límite generacional.

La situación ha generado cuestionamientos incluso entre quienes comprenden la necesidad de revisar las políticas migratorias. Jesse Hughes, residente en Pensilvania y descendiente de italianos por vía de su bisabuelo, manifestó su frustración. Aunque su madre todavía puede solicitar la ciudadanía, él queda fuera por una diferencia generacional.

Considera que el criterio aplicado no distingue entre quienes tienen un interés cultural genuino y quienes podrían estar motivados solo por beneficios prácticos: “Podrían haber endurecido los controles, pero mantener el acceso para quienes hemos conservado el vínculo”.

Organizaciones comunitarias también han expresado su desacuerdo. Basil Russo, presidente de Italian Sons and Daughters of America (ISDA), advirtió que la medida representa una ruptura con las generaciones que han mantenido vivas las tradiciones italianas fuera del país.

Según sus estimaciones, la mayoría de descendientes de los cuatro millones de italianos que emigraron a Estados Unidos entre 1880 y 1920 son hoy bisnietos. Bajo las nuevas reglas, todos ellos quedan excluidos de la posibilidad de acceder a la nacionalidad italiana.

Críticas a la implementación: falta de transición y recursos legales

La entrada en vigor inmediata de la medida y la ausencia de un periodo de gracia han sido objeto de críticas entre asesores legales especializados. Marco Permunian, fundador de Italian Citizenship Assistance, señaló que la norma fue implementada de forma abrupta, dejando por fuera a personas que llevaban años invirtiendo tiempo, dinero y esfuerzos en la preparación de sus expedientes. Algunos de sus clientes, según informó, están organizando estrategias jurídicas para impugnar la reforma por la vía judicial.

Joseph Spinelle también anunció que, junto con otros afectados, acudirá a los tribunales italianos con el fin de disputar la legalidad de la disposición. Desde su punto de vista, lejos de reducir la carga burocrática, como argumentó el gobierno, la medida ha generado un volumen elevado de litigios. “Lo que han provocado es una avalancha de demandas que congestiona aún más el sistema”, expresó.

Para los afectados, la única alternativa legal actual consiste en presentar demandas individuales o colectivas ante la justicia italiana, proceso que podría prolongarse durante años y con altos costos económicos. Pese a ello, numerosos descendientes están dispuestos a seguir adelante con el objetivo de lograr el reconocimiento de su vínculo con Italia.

Motivos del interés por la ciudadanía italiana y países más impactados

El acceso a la nacionalidad italiana representa no sólo la obtención de un documento oficial, sino también una oportunidad para establecer vínculos con el país de origen de sus antepasados.

Muchas personas buscan esta ciudadanía como forma de reconectar con sus raíces, pero también como medio para acceder a derechos de residencia, trabajo y circulación en los países de la Unión Europea, o para mejorar su calidad de vida ante crisis económicas o inestabilidad política en sus países de residencia.

Los países que tradicionalmente han liderado el número de solicitudes de ciudadanía italiana por vía de descendencia son Brasil, Argentina, Estados Unidos, Uruguay y Venezuela.

El caso brasileño es particularmente destacado, con una comunidad estimada de más de 30 millones de personas con antepasados italianos. Le siguen Argentina con 25 millones y Estados Unidos con unos 20 millones, mientras que Francia y Canadá registran poblaciones descendientes de italianos de más de 4 millones y 1,5 millones de personas, respectivamente.

La modificación de la normativa pone fin a una etapa en la que Italia reconocía formalmente la conexión de millones de personas con su legado cultural y familiar.

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