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Francisco Ternera Barrios, el civilista que llega a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia de Colombia

Un jurista de trayectoria que asume la presidencia en momentos relevantes para la administración de justicia.

Francisco Ternera Barrios
Por Agencia Periodismo Investigativo | Jue, 20/11/2025 - 13:22 Créditos: Francisco Ternera Barrios. Tomada de Consejo Superior de la Judicatura

Francisco José Ternera Barrios llega a la presidencia de la Corte Suprema de Justicia en un momento de transición interna y de alta exposición pública para el máximo tribunal de la jurisdicción ordinaria.

Su elección, adoptada por unanimidad en Sala Plena se produjo este jueves en la mañana, como un reconocimiento a su labor como jurista.

El magistrado Ternera, integrante  de la Sala Civil, lleva casi seis años en la corporación y es uno de los magistrados más antiguos en la Sala Plena. Evidencia un perfil técnico, de baja exposición mediática, pero con trayectoria académica y experiencia en los debates internos de la Corte.

La decisión, comunicada desde el Palacio de Justicia en Bogotá, confirmó que Ternera asumirá la presidencia para completar el período que había iniciado el saliente magistrado Augusto Tejeiro el 23 de enero de 2025.

No será un mandato largo: se extenderá solo hasta comienzos de 2026, después de la vacancia judicial de fin de año. Pero podría ser decisivo.

En esos meses la Corte debe seguir resolviendo casos de alto impacto, mantener un diálogo complejo con el gobierno nacional y preparar la transición hacia la presidencia  de la Corporación en 2026.

Detrás de esa designación hay una biografía construida principalmente en las aulas y en los estrados civiles.

Ternera es abogado egresado de la Universidad del Rosario, institución en la que adelantó buena parte de su carrera académica.

Es doctor en Derecho Privado de la Universidad Alfonso X el Sabio, en Madrid, donde fue becario, y cuenta con un posdoctorado de la Universidad para la Paz, del sistema de Naciones Unidas.

Corte Suprema de Justicia. Tomada de Corporación Excelencia en la Justicia

 

A esa formación suma un máster en Derecho Privado de la Universidad París II y otro máster en Derecho Civil en la misma institución, además de un máster en Derecho Administrativo de la Universidad Alfonso X.

Antes de llegar a la Corte, su nombre era habitual en foros académicos, tribunales de arbitraje y aulas universitarias.

Durante al menos dos décadas trabajó como profesional especializado en el Ministerio de Justicia, abogado litigante, profesor universitario y conjuez de la Sala de Casación Civil del propio alto tribunal.

Desde la Universidad del Rosario dirigió la Línea de Investigación en Derecho Civil y el Grupo de Investigación en Derecho Privado, y fue profesor de carrera académica.

También dictó clases en universidades como el Externado, los Andes, Sergio Arboleda, La Sabana, la Universidad de Medellín, el CES y la von Humboldt, consolidando una reputación de civilista que combina teoría y práctica, especialmente en obligaciones y contratos.

En paralelo a su trabajo académico, Ternera amplió su presencia en escenarios de resolución de conflictos privados.

Fue árbitro de la Cámara de Comercio de Bogotá, lo que le permitió intervenir en controversias empresariales complejas, y asesor de distintas firmas y entidades.

La Corte Suprema destaca que ha sido autor de varios libros sobre derecho privado y derecho administrativo, con énfasis en la articulación entre la responsabilidad civil, la actividad contractual del Estado y los estándares internacionales en materia de protección de inversiones y derechos patrimoniales.

Su vínculo con el alto tribunal no comenzó hace poco. Durante años fue conjuez de la Sala de Casación Civil, figura que le permitió participar en decisiones cuando los magistrados titulares se declaraban impedidos o cuando era necesario completar la integración de la sala.

Esa experiencia previa, sumada a su papel como comisionado en la Cumbre Judicial Iberoamericana en dos períodos, lo fue acercando a los debates sobre el gobierno de la rama judicial, la independencia de los jueces y la necesidad de armonizar los criterios de la Corte con estándares regionales en materia de derechos humanos y acceso a la justicia.

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El salto definitivo se dio en febrero de 2020, cuando la Sala Plena eligió a siete nuevos magistrados para completar la integración del tribunal, entre ellos a Francisco José Ternera Barrios, quien llegó a la Sala de Casación Civil.

En marzo de ese mismo año, el entonces presidente Iván Duque lo posesionó en la Casa de Nariño, como el séptimo y último magistrado que faltaba para asegurar el quórum pleno de la Corte.

El Ejecutivo destacó entonces su formación como “gran profesional del derecho” y subrayó su trayectoria académica y sus títulos de posgrado en Europa.

Desde su llegada a la corporación, Ternera se integró a una Sala Civil que asumía retos significativos: congestión de procesos en materia contractual y de responsabilidad civil, conflictos agrarios en zonas rurales y un creciente número de tutelas relacionadas con derechos de propiedad, vivienda y servicios financieros.

La descripción institucional de la sala recuerda que sus decisiones funcionan como tribunal de cierre en asuntos civiles, de familia, agrarios y comerciales, y que tiene a su cargo procesos de exequátur, conflictos de competencia, recursos extraordinarios de revisión y acciones de tutela.

El paso del tiempo lo fue convirtiendo en una de las voces con mayor antigüedad en la Sala Plena. La propia Corte ha señalado que Ternera completa casi seis años como magistrado y que pertenece al grupo más antiguo del pleno, con 28 años de experiencia profesional acumulada en la academia, la litigación, el sector público y la propia rama judicial.

Ese peso específico terminó siendo determinante cuando se abrió la discusión sobre la sucesión de Tejeiro.

La elección de Ternera se produjo, además, en un contexto político y judicial exigente.

En los últimos años, la Corte Suprema ha tenido que pronunciarse sobre investigaciones relacionadas con altos funcionarios del Gobierno, escándalos de corrupción, macrocasos de violaciones de derechos humanos y procesos penales contra congresistas.

A ello se suma una agenda de relacionamiento institucional marcada por tensiones con el Ejecutivo, debates sobre reformas a la justicia y reclamos ciudadanos por la demora en las decisiones de segunda instancia.

Como presidente, Ternera deberá equilibrar la vocería pública de la Corte con la necesidad de preservar la colegialidad interna y evitar que las disputas políticas contaminen los procesos judiciales.

En el frente interno, uno de sus desafíos será administrar una Sala Plena que ha  cambiado de composición por la llegada de nuevos magistrados y por la  salida de togados históricos.

La Corte viene de un año en el que se hicieron ajustes a su reglamento, se abrió una galería de presidentes para preservar la memoria institucional y se reforzaron los mecanismos de transparencia en la elección de dignatarios.

Esa tarea de modernización, iniciada por presidentes anteriores, tendrá que ser continuada por Ternera, con la presión adicional de garantizar estabilidad en un período más corto de lo habitual.

La biografía del nuevo presidente sugiere un estilo de conducción centrado en el trabajo técnico y en la deliberación jurídica más que en la exposición mediática.

Sus intervenciones en escenarios como el Congreso de Fasecolda han insistido en la importancia de la seguridad jurídica, la coherencia jurisprudencial y la necesidad de que las decisiones de la Corte sean previsibles para el sistema financiero y para el sector productivo, sin perder de vista la protección de los usuarios y consumidores.

Esa mirada puede anticipar un énfasis en la calidad argumentativa de las sentencias y en la consolidación de líneas jurisprudenciales claras en materia de responsabilidad civil, seguros, contratos y litigios empresariales.

En el plano personal, quienes han trabajado con él lo describen como un magistrado que valora la formación de nuevas generaciones de juristas.

Su prolongado paso por la Universidad del Rosario y por otras facultades de derecho lo ha mantenido en contacto con estudiantes y jóvenes investigadores, y ha impulsado trabajos colectivos sobre temas como la unificación de criterios en responsabilidad médica, los límites de la autonomía privada en contratos de adhesión y la armonización entre derecho interno y estándares internacionales.

Ahora, al asumir la presidencia de la Corte Suprema, Ternera llega a un cargo que desborda el despacho civil en el que ha trabajado hasta ahora.

Además de su función jurisdiccional, deberá coordinar a las salas Civil, Laboral y Penal; liderar la interlocución con el Consejo Superior de la Judicatura y con otras altas cortes; y representar a la corporación frente al Congreso y el Ejecutivo en debates sobre reformas, presupuesto y política criminal.

De su capacidad para articular esos frentes dependerá en buena medida que la Corte mantenga su papel como contrapeso y como tribunal de cierre en un país donde la justicia sigue en el centro de la discusión pública.

Al final, la llegada de Francisco Ternera a la presidencia de la Corte es también la historia de una institución que busca equilibrio entre tradición y cambio.

La tradición se expresa en la rotación pactada entre salas, en el peso de los civilistas en la conducción del tribunal y en la defensa de la independencia judicial.

El cambio aparece en la renovación de los magistrados, en la presión ciudadana por decisiones más rápidas y comprensibles, y en la necesidad de que la Corte se explique mejor ante una opinión pública cada vez más atenta y polarizada.

Entre esos dos polos, el nuevo presidente deberá moverse con la misma disciplina con la que, durante años, ha construido su carrera entre libros de derecho, aulas universitarias y expedientes civiles.

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