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Aida Merlano confesó cómo fue su fuga

Según la exfuncionaria “ya estaba preparada”

Por Juan Sebastián García | Jue, 18/08/2022 - 07:00

La excongresista y prófuga de la justicia Aida Merlano contó detalladamente su plan de fuga de la cárcel El Buen Pastor de la ciudad de Bogotá, donde estaba recluida hasta el 2019.

Merlano declaró en el juicio que se encuentra activo contra su hija Aida Victoria y el odontólogo Javier Cely. Según Merlano, desde un día antes de la fuga tenía todo listo.

“(...) con los elementos que iba a utilizar en la fuga, yo llegué al centro odontológico. Yo pensaba fugarme porque el grupo que organizó mi fuga me dijo que debía tirarme del consultorio privado del doctor Mauricio Arango. Cuando fui al baño, el dragoneante que estaba sentado conmigo en el consultorio me acompañó y entendí que por ahí no podía tirarme. Pero cuando entré al baño él se sentó y fue allí que yo me despojé de todos los elementos que tenía conmigo entre esos era una faja de látex, una cuerda roja enredada en mi dorso desde la cadera hasta el brasier, una tula negra de plástico o cuerina deportiva y es como si fuera algo plano, me la coloqué, me puse en el abdomen una peluca que utilicé para la fuga y unos pequeños guantes con los que hacía deporte estando dentro del penal, además, de una trusa blanca”, sostuvo Merlano.

Así mismo, la exfuncionaria indicó que una vez se encontraba en el baño guardço el látex, la tula y la cuerda en su bolso y lo escondió detrás del sanitario. Cuando salió del baño le dijo al guardia del Inpec que estaba sudando porque “el baño estaba caliente y que, además, tenía el periodo”.

Posteriormente, Merlano dijo que tenía una hamburguesa de almuerzo y que en un descuido del dragoneante sacó la comida y en la bolsa escondió los elementos de fuga.

“En un descuido de mi familia y del odontólogo, lo que hice fue tirarlo para la ventana, ahí fue donde dejé la tula, de allí saqué una cuerda roja super delgada que se utiliza para jalar los carros y que ya venía preparada con un torniquete, se suponía que lo debía utilizar, pero yo sabía que no podía de ese lado porque el vigilante se metía hasta ese cuarto conmigo, no había forma porque la ventana daba hacía donde el vigilante me veía. Entonces comencé a mirar y me di cuenta que ese consultorio tenía vista hacia la calle justo del lado del parqueadero, pero la ventana era muy angosta. Igual presioné la cabeza y entró, dije: si entra mi cabeza entra el cuerpo- fue entonces cuando se me ocurrió que me podía tirar”, dijo Merlano.

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